
RESPIRAR DIGNIDAD: EL DERECHO HUMANO A UN MEDIO AMBIENTE SANO
DR. JOSÉ FÉLIX ROJO CANDELAS
SNTSA 37
16 junio 2025

“Estudia la naturaleza, ama la naturaleza, acércate a la naturaleza. Nunca te fallará”.
Frank Lloyd Wright
uestra negligencia ha puesto en riesgo el equilibrio ambiental para las generaciones presentes y futuras. Por pequeñas que parezcan, todas y cada una de nuestras descuidadas acciones frente a la naturaleza suman y son parte del problema. La degradación del medio ambiente es un tema con el cual lidiamos diariamente.
Somos una generación afortunada por tener la oportunidad de disfrutar de los recursos naturales que todavía nos quedan. Pero, al mismo tiempo, es por esa misma razón que es muy fácil hacer caso omiso al cuidado ambiental. Claro que es bueno disfrutar el presente, pero es importante tener un ojo puesto en el futuro. Hoy en día, aunque el impacto ambiental por las actividades humanas ha sido enorme, nuestro planeta sigue siendo generoso con nosotros; sin embargo, de seguir así, el futuro puede ser desafortunado.
Si ha habido una persona en la historia capaz de mostrar un sentimiento de altísimo respeto por la naturaleza, al grado de reconocerla como profundamente fraterna, ése es Francisco de Asís, religioso italiano que vivió a finales del siglo XII y principios del XIII, considerado patrono del medio ambiente, de los animales y de la ecología. Uno de los rasgos más sobresalientes de su espiritualidad es un agudo sentido de la presencia de Dios en la creación y en la humanidad. Cada ser, cada cosa, es un don de Dios. Por ello entiende y se relaciona con todas las criaturas como hermanos pequeños. Continuamente exhorta a sus seguidores para que agradezcan en cualquier momento y lugar por las maravillas que nos regala el universo.
La relación de San Francisco con la naturaleza no era un mero ejercicio de admiración visual. Según se narra, entablaba diálogos con los animales, considerándolos sus hermanos y hermanas en la trama universal de la vida. Esta creencia intrínseca en la interconexión de toda la creación se revelaba en cada uno de sus actos.[1]
De la misma manera, todos los seres humanos estamos llamados a cuidar amorosamente a la naturaleza, que hoy está continuamente amenazada. Es obligación de todas las personas, generar espacios propicios para tomar conciencia de la necesidad de que jóvenes y adultos respetemos y protejamos a nuestra casa común, la Tierra.
Y es que la degradación del medio ambiente representa uno de los principales factores de riesgo para la salud humana a nivel global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente el 24% de las muertes en el mundo están relacionadas con el ambiente, incluyendo factores como la contaminación del aire, el agua insalubre y la exposición a productos químicos tóxicos[2]. En este mismo contexto, el derecho a un medio ambiente sano ha sido reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas como un derecho humano fundamental[3]. Lo más triste es que, a pesar de ello, su implementación efectiva sigue enfrentando barreras culturales, estructurales y actitudinales.

El derecho al medio ambiente sano como condición para la salud
El medio ambiente no es un tema aislado ni exclusivo de los ecologistas; es una dimensión esencial de la salud. La evidencia ha demostrado que la exposición a contaminantes atmosféricos está asociada con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer[4]. La escasez de agua potable, el deterioro de los suelos y el uso excesivo de plásticos también representan amenazas concretas para la salud pública.
Justamente por eso, el ISAPEG no solo debe tratar los efectos de la crisis ambiental, sino también asumir una postura activa en su prevención: la lucha por revertir el daño ambiental tiene que ser inmediata, y adoptar esta conciencia tiene que ir más allá de una simple declaración de principios. No se trata solamente de cumplir fríamente con las leyes o políticas, sino de construir una cultura permanente de cuidado y preservación.
Aquí hay una serie de reflexiones sobre acciones que podríamos implementar en nuestros hogares y centros de trabajo, para ser parte de la solución, y no del problema:
– Todos los días tomamos cientos de decisiones que tienen impacto en nuestro ambiente. Así que deberíamos pensar con cuidado en lo que hacemos, en los productos que usamos y en los desperdicios que generamos. ¿Hay opciones, acciones o hábitos menos agresivos para el ambiente con los que podamos hacer la diferencia?
– Lo mejor que podemos hacer por el planeta es utilizar la menor cantidad de insumos como papel, productos para limpieza, solventes, plástico y madera. Hay que preguntarnos: ¿realmente necesito utilizar este producto?, ¿hay algún otro que tenga la misma utilidad pero que sea más sustentable?, ¿realmente necesito generar tal cantidad de residuos y basura, o puedo generar menos?
– Cuando nos informamos sobre temas relativos a problemas ambientales, nos entrenamos para pensar en las maneras en que podemos ayudar, ya que muchos de los daños ambientales tienen su origen en la ignorancia o en la falta de interés.
– Siempre que sea posible, deberíamos comprar productos que tengan un menor impacto en el ambiente, tomando en cuenta consideraciones como reducción en el desperdicio y el empaque, menos consumo de energía y que estén elaborados con materiales sustentables.
– Hay que ahorrar en el consumo de energía: Desde apagar los focos en casa hasta hacer un uso concienzudo de los equipos o maquinaria en el trabajo, cada decisión que tomemos reducirá la cantidad de Dióxido de Carbono que entra a la atmósfera y ayudará a prevenir el calentamiento global. Así que, desconectemos lo que no utilizamos, apaguemos lámparas, programemos el apagado de las máquinas, optimicemos el uso de calefacciones o ventiladores.
– ¡Ahorremos agua! Debemos estar bien atentos para arreglar goteras en casa y para reportar las que encontremos en el trabajo. Hasta la más pequeña fuga significa con el tiempo un gran desperdicio. Hay que acostumbrarnos a cerrar bien la llave si no usamos el agua, y a evitar su uso excesivo para actividades de limpieza.
– Podemos implementar conductas que favorezcan el reciclaje: Clasificando la basura en casa, separando los residuos peligrosos en el trabajo, o respetando las instrucciones para el manejo adecuado de residuos riesgosos.

Responsabilidad y acción desde el personal de salud
La buena noticia es que, como personal de salud, ocupamos una posición estratégica para liderar con el ejemplo. Desde acciones cotidianas como el ahorro de energía y agua, la correcta gestión de residuos peligrosos, hasta la elección de insumos médicos menos contaminantes, se puede contribuir significativamente a reducir la huella ecológica institucional[5].
Hace tiempo visité un hospital acá en León, y me enteré de que un grupo de enfermeras impulsó una campaña para sustituir botellas de plástico por termos reutilizables en las áreas de descanso. Esta simple y pequeña acción redujo notablemente el uso de desechables y promovió una reflexión colectiva sobre los hábitos de consumo dentro de la Unidad.
Otro caso destacable ocurrió en un CAISES, donde se identificó una fuga continua en una llave de agua de un baño. Aunque muchos empleados lo consideraban un problema menor, una trabajadora social decidió reportarlo de manera insistente hasta que fue reparado. En solo tres meses, se comprobó que el Centro había reducido su consumo de agua en un 15%. Acciones individuales como éstas, que pueden parecer insignificantes, en realidad llegan a tener un gran impacto colectivo.
Del Discurso a la Acción
Reconocer el derecho humano a un medio ambiente sano no debe quedarse en el plano normativo. Debe traducirse en prácticas institucionales coherentes y en una actitud cotidiana de respeto y responsabilidad. El personal de salud, al ser referente social, puede jugar un papel clave en esta transformación cultural. Pasar del discurso a la acción, del conocimiento a la conciencia, es ahora nuestro gran desafío.
En realidad, la conciencia ambiental no es un asunto de grandes recursos, sino de voluntad y compromiso ético. En el sistema de salud de Guanajuato tenemos el potencial no solo de curar enfermedades, sino también de prevenirlas desde su raíz ambiental. Y cada acción, por mínima que parezca, puede ser el inicio de un gran cambio.
Porque cuidar del planeta es, en esencia, cuidar de la vida.
¡Paz y bien!
[1] JOSEAN. (2023) “San Francisco de Asís y la naturaleza. Patrono de la ecología”. Ecología Útil. En: https://ecologiautil.com/san-francisco-asis-y-la-naturaleza/
[2] OMS. (2016) “Prevención de enfermedades mediante entornos saludables: una evaluación mundial de la carga de morbilidad derivada de los riesgos ambientales”. Organización Mundial de la Salud. En: https://www.who.int/publications/i/item/9789241565196
[3] ONU. (2022) “La Asamblea General reconoce el acceso a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible como un derecho humano universal”. Organización de las Naciones Unidas. En: https://news.un.org/es/story/2022/07/1512232
[4] LANDRIGAN, P. J. (2018) “La Comisión Lancet sobre la contaminación y la salud”. The Lancet, Volumen 391, Número 10119, 462-512. En: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(17)32345-0
[5] OMS. (2021) “Residuos sanitarios”. Organización Mundial de la Salud. En: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/health-care-waste