DESEOS CONTRA LA HOMOFOBIA: UNA LLAMADA AL CORAZÓN DEL PERSONAL DE SALUD
Dr. JOSÉ FÉLIX ROJO CANDELAS
SNTSA 37
17 abril 2025

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen, su sexualidad o su religión. Si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar, porque el amor es más natural para el corazón humano que su opuesto”.
Nelson Mandela
En los pasillos de nuestros hospitales, centros de salud y clínicas, se libran batallas que muchas veces no se ven. No se oyen gritos, no hay sangre, no hay fracturas que una radiografía pueda evidenciar. Son luchas silenciosas, internas, desgarradoras. Son las batallas que libran las personas LGBTQ+ contra el estigma, el rechazo, la discriminación… y en muchos casos, contra sí mismas.
La herida invisible
El 2024 dejó marcas profundas en las juventudes LGBTQ+ de México. Según datos recientes del Trevor Project México1, uno de cada tres jóvenes LGBTQ+ intentó suicidarse. Más de la mitad de quienes tienen entre 13 y 17 años consideraron seriamente quitarse la vida. Y la razón principal, el núcleo del dolor, fue el entorno familiar. ¿Cómo es posible que el hogar, que debería ser refugio, se convierta en el primer campo de batalla?
Como personal de salud, no podemos ignorar esta realidad. A diario vemos los rostros del sufrimiento: ansiedad, autolesiones, cuadros depresivos graves. Pero ¿cuántas veces nos detenemos a mirar lo que hay detrás de esos síntomas? ¿Cuántas veces hemos preguntado sin juzgar, o acompañado sin señalar?
1 Trevor Project México (2024). Encuesta sobre salud mental de las juventudes LGBTQ+ en México. https://www.thetrevorproject.mx/encuesta/2024/es/
El poder de nuestras manos
Tenemos en nuestras manos un poder inmenso: aliviar, escuchar, acompañar. No solo en lo clínico, sino en lo humano. ¿Qué pasaría si cada una y uno de nosotros, desde la consulta, la enfermería, el trabajo social, la psicología, incluso desde la recepción, fuera un agente activo contra la homofobia?
Recuerdo el caso de Carlos, un joven de 16 años que llegó a urgencias tras una sobredosis. No fue la primera vez. Lo atendieron con profesionalismo, pero sin mirar más allá. Días después, regresó. Esta vez con cortes en los brazos. Fue entonces cuando una enfermera se acercó y le preguntó suavemente: “¿Qué te duele de verdad?” Él estalló en llanto. Su padre lo había corrido de su casa tras descubrir que tenía un novio. En la escuela lo golpeaban. En casa, lo insultaban. Y en su unidad de salud, nadie preguntaba. Solo esa enfermera le devolvió, por un momento, la dignidad.

Una historia que nos confronta
Marta, una médica con más de 25 años de servicio, recuerda a Itzel, una joven trans que acudió a consulta con una infección urinaria recurrente. Al entregarle su carnet, la enfermera corrigió: “Aquí dice Iván, no Itzel”. Itzel bajó la cabeza. Rápidamente, la doctora Marta intervino con firmeza: “Aquí tratamos personas, no etiquetas.” Durante semanas, Itzel regresó. No solo por atención médica, sino porque en ese espacio, por primera vez, se sintió vista. Años después, Itzel envió una carta: “Gracias, doctora. Usted no solo me curó, me enseñó que merezco existir.”
Este testimonio nos obliga a mirar hacia dentro. ¿Estamos siendo esa doctora Marta? ¿O somos quienes corrigen el nombre con frialdad?
Desde nuestra trinchera en el sistema de salud, sabemos que el cuidado no solo se da con medicamentos. A veces, lo más urgente es sanar el miedo, el rechazo, la soledad. Por eso hoy, con ocasión del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y la Bifobia, que se conmemora cada 17 de mayo, con esperanza y compromiso, compartimos estos diez deseos que nos invitan a construir un mundo donde cada persona LGBTQ+ pueda vivir en paz, con dignidad y amor.
1.- Que nuestras juventudes vivan con libertad, no con miedo.
Deseamos un tiempo en que ningún niño, niña o adolescente LGBTQ+ tenga que esconder su identidad. Que puedan crecer libres, sin temor a ser quienes son, sabiendo que su verdad merece respeto.
2.- Que los hogares sean refugios, no cárceles emocionales.
Anhelamos que las familias abracen antes que juzgar, que escuchen antes que rechazar. Que en cada casa haya comprensión, especialmente para quienes más la necesitan: nuestras infancias y juventudes diversas.
3.- Que el odio deje de matar.
Que los crímenes motivados por prejuicios y fobias no tengan lugar en nuestra sociedad. Que se enfrenten con educación, empatía y leyes que sí se cumplan. Ni una vida más perdida por intolerancia.
4.- Que el VIH deje de ser un estigma.
Que hablemos con claridad y humanidad sobre esta realidad. Que la información sea accesible, veraz, sin prejuicios, para que nadie más enfrente la enfermedad en soledad o con vergüenza.
5.- Que el Estado proteja sin excepciones.
Que los derechos de las personas LGBTQ+ sean una prioridad en las políticas públicas. Que se reconozca la diversidad en todas sus formas, ya sea por género, clase, etnia y más. Que nadie quede fuera.
6.- Que las escuelas eduquen con amor, no con violencia.
Que los espacios educativos sean seguros, donde se enseñe a convivir en la diversidad. Que el bullying por orientación o identidad deje de ser normalizado. Que el respeto sea parte de la cultura escolar.
7.- Que el sistema de salud no discrimine, sino abrace.
Queremos unidades de salud donde nadie tenga que explicar por qué merece ser tratado con dignidad. Que las personas trans, y todas quienes viven con VIH, encuentren atención integral, sin miradas juiciosas ni negaciones implícitas.
8.- Que hablar de salud mental no sea un tabú.
Que la atención psicológica sea accesible, gratuita y respetuosa. Que nadie tenga que llegar al límite para recibir ayuda. Que nuestras juventudes LGBTQ+ sepan que no están solas, y que está bien pedir apoyo.
9.- Que salir del clóset no sea un riesgo, sino una fiesta.
Que llegue el día en que no sea necesario ocultarse. Donde la autenticidad no sea castigada, sino celebrada. Que podamos vivir con orgullo, sin miedo al juicio ni a la soledad.
10.- Que existan más espacios que cuidan y acompañan.
Soñamos con instituciones, organizaciones y unidades de salud que acojan sin condiciones. Que estén ahí cuando la familia falla, cuando el entorno duele, cuando el silencio pesa demasiado.

El deber ético y humano
Desde la ética profesional, pero sobre todo desde nuestra humanidad, tenemos la obligación de ser parte del cambio. La homofobia, la transfobia y la discriminación no solo matan con violencia directa. También matan con silencio, con indiferencia, con falta de acceso digno a la salud.
Y como sindicato, como institución del Estado, como compañeros y compañeras de quienes viven estas realidades, debemos comprometernos con la formación continua, la revisión de prácticas discriminatorias, la actualización de protocolos, y sobre todo, con una cultura laboral basada en la inclusión, el respeto y la empatía.
Con esperanza y acción
Esperamos que estas ideas se vuelvan compromisos. Que nuestras manos, corazones y palabras sanen lo que la homofobia ha herido. Que en cada consulta, en cada hospital, en cada rincón del sistema de salud, florezca un acto de amor radical. Porque cuidar también es incluir.
Que este artículo no sea solo leído. Que sea sentido, que sea discutido, que sea puesto en práctica. Que cada una y uno de nosotros haga de su espacio de trabajo un lugar seguro. Que quienes llegan con miedo, salgan con esperanza. Que quienes han callado, encuentren en nosotros oídos y brazos abiertos.
Porque los deseos contra la homofobia no deben quedarse en papel. Deben convertirse en realidades.
Porque, como reza la Declaración Universal de Derechos Humanos: “todos los seres humanos hemos nacido libres e iguales”.
¡Paz y bien!