
FRAGILIDAD DEL ADULTO MAYOR
UN PROBLEMA DE SALUD EN CRECIMIENTO
Dr. Alonso guido Ramírez
SNTSA 37
19 mayo 2025

En 1978, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) evidenció una transición demográfica sin precedentes caracterizada por sociedades envejecidas, razón por la cual se instauró la Asamblea Mundial Sobre el Envejecimiento (AME), cuyo objetivo fue iniciar un programa internacional para la construcción de políticas sanitarias con enfoque diferencial positivo para la vejez, de las cuales se han realizado dos ediciones, Viena (Austria) y Madrid (España) en 1982 y 2002, respectivamente. La población geriátrica se caracteriza por una disminución progresiva de la integridad fisiológica, sin embargo, el envejecimiento, también llamado senescencia, no debe entenderse como un proceso patológico, sino más bien, un periodo de transición condicionado por factores intrínsecos (genéticos) y extrínsecos (estilos de vida) que llevarán a una trayectoria positiva (envejecimiento activo, exitoso, satisfactorio o saludable) o a una negativa (patológica)1,2.
Senescencia El envejecimiento saludable implica la necesidad de impactar conscientemente el bienestar físico, mental y social, con acciones de promoción y prevención tempranas mediante estrategias de atención anticipatoria y mantenimiento de la salud para transformar los hábitos de riesgo modificables en estilos de vida saludables, con el fin de maximizar la funcionalidad y participación social gracias a la compresión de la morbilidad.
Para lograr un envejecimiento activo, se requiere de un enfoque de curso de vida, en el cual, además de conocer cada etapa del ciclo vital y las transiciones entre etapas, obliga a la comprensión de las implicaciones e influencias de cada etapa en el periodo subsiguiente1,2.
En contraparte, el envejecimiento patológico se caracteriza por la reducción de la reserva fisiológica y funcional secundaria a mayor carga alostática y acúmulo de déficit por el inadecuado control de enfermedades y factores de riesgo, predisponiendo a la aparición de síndromes geriátricos y fenómenos de homoestenosis1,2. (Disminución progresiva de la reserva funcional de los órganos)
Abordaje del adulto mayor en atención primaria
Las personas mayores con multimorbilidad, dependencia y deterioro cognitivo no obtienen buenos resultados durante valoraciones breves con profesionales cuyo estilo de trabajo es más reactivo que proactivo. Por esta razón, la aplicación de la Valoración Geriátrica Integral (VGI), una valoración multidominios (1] Clínico; 2] Funcional y físico; 3] Neuropsicológico; 4] Socio-ambiental; 5] Síndromes geriátricos) permite optimizar la condición global del adulto mayor mediante la búsqueda e intervención activa de factores modificables1,2.
¿Qué es la fragilidad?
Condición asociada con resultados adversos, como la dependencia o la mortalidad, cuando se expone a factores estresantes de la vida diaria. Se mide comúnmente utilizando una variedad de herramientas validadas como el fenotipo de fragilidad y el índice de fragilidad(1,2.)
La prevalencia de fragilidad varía ampliamente, con un estimado del 11% en adultos de 65 años o más que viven en la comunidad(3). Tiene una clara relación con el nivel socioeconómico bajo(6) y con tener 2 o más enfermedades crónicas(7). La fragilidad aumenta con la edad, del 4% (edad 65-69) al 26% (edad > 85). A pesar de tener una menor mortalidad, es más prevalente en mujeres(5). La fragilidad se relaciona con otras afecciones comunes de adultos mayores, como deterioro cognitivo, caídas, depresión, sarcopenia y desnutrición(5). La prevalencia en América Latina varía del 21% al 48% entre personas de 60 años o más, una de las más altas del mundo(4).

FRAGILIDAD EN MÉXICO:
HALLAZGOS DE ENASEM
La prevalencia es de alrededor del 25% entre las personas de 60 años o más, aumenta con la edad, es más prevalente en mujeres que en hombres 9 y se asocia con un mayor riesgo de mortalidad(8,10). Las personas frágiles de 60 años o más tienen un 37% más de riesgo de caídas(10). El riesgo de fragilidad en los adultos mayores mexicanos es más del doble entre los diabéticos(1)1. En el último año de vida, la fragilidad se asocia con un aumento mayor del 50% en el uso de los servicios de atención médica, incluidas visitas al médico y días de hospitalización, en comparación con las personas no frágiles(13). Los valores anormales en biomarcadores como la hemoglobina, la hemoglobina glucosilada y la vitamina D se asocian con una mayor probabilidad de fragilidad(12). Los comportamientos de estilo de vida saludable como el ejercicio regular, no fumar y el consumo moderado de alcohol se asocian con una menor incidencia de fragilidad(14). Por ejemplo, la actividad física regular se asocia con una reducción de aproximadamente 20% en el riesgo de fragilidad en adultos mayores(14).
La fragilidad es más común con la edad avanzada y entre las mujeres.
RECOMENDACIONES
- El estado de fragilidad debe evaluarse en los adultos mayores para ayudar a los profesionales de la salud a desarrollar intervenciones adecuadas.
- El aumento de la actividad física es una intervención de gran impacto positivo sobre la fragilidad. Un programa de actividad física incremental debería ser mandatorio para los adultos mayores a fin de prevenir, retrasar o disminuir el riesgo de fragilidad. Los programas de actividad física deben adaptarse a las necesidades específicas y las características sociales, biológicas y psicológicas del individuo frágil.
- El control de condiciones como la diabetes y la hipertensión debe ser una prioridad para disminuir el riesgo de fragilidad y sus consecuencias, como el aumento de las caídas.
- La fragilidad debe evaluarse en los grupos de alto riesgo: sobrevivientes de cáncer, personas con inseguridad alimentaria, deficiencia de vitamina D o con un alto número de pruebas de laboratorio anormales, con estrategias implementadas que reduzcan su impacto en adultos mayores.
- Evitar los factores de estrés es otra intervención que puede disminuir la carga de la fragilidad. Un ejemplo simple es la vacunación, que ayuda a evitar el riesgo de enfermedades en adultos mayores frágiles.
El Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento (ENASEM) es un estudio nacional de adultos de 50 años y más (n = 15,000) en México14 diseñado para evaluar el impacto de la enfermedad sobre la salud, función y mortalidad. Es el primer estudio longitudinal de mexicanos mayores con una amplia perspectiva socio-económica y ha producido más de 280 publicaciones. Se han recolectado cinco rondas de datos desde la encuesta basal en 2001, hasta el 2018. Se planea una ronda más en 2021. El ENASEM es parcialmente patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud / Instituto Nacional de Envejecimiento (R01AG018016) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México.
REFERENCIAS
- Fried et al. J Gerontol Sci 2001. doi: 10.1093/gerona/56.3.m146
- Rockwood et al. J Gerontol 2004. doi: 10.1093/gerona/59.12.1310
- Collard et al. J Am Geriatr Soc 2012. doi: 10.1111/j.1532- 5415.2012.04054.x
- Alvarado et al. J Gerontol 2008. doi: 10.1093/gerona/63.12.1399
- Clegg et al. Lancet 2013. doi:10.1016/S0140-6736(12)62167-9
- Hoogendijk et al. Maturitas 2018. doi: 10.1016/j.maturitas.2018.06.011
- Hanlon et al. Lancet Public Health 2018. doi: 10.1016/ S2468-2667(18)30091-4
- LeonGonzalez et al. Med Clin (Barc) 2012. doi: 10.1016/j.medcli.2011.03.024
- Garcia-Peña et al. Exp Gerontol 2016. doi: 10.1016/j.exger.2016.03.016
- Díaz de León González et al. Aging Clin Exp Res 2016. doi:10.1007/s40520-015-0497-y
- Castrejón-Pérez et al. Aging Clin Exp Res 2018. doi: 10.1007/s40520- 017-0852-12) Pérez-Zepeda et al. Aging Clin Exp Res 2019. doi: 10.1007/s40520-019-01127-4 13) Pérez-Zepeda et al. Biomed Res Int 2017. doi: 10.1155/2017/6069374
- Borda et al. J Frailty Aging 2020. doi: 10.14283/jfa.2019.37
15) Pérez-Zepeda et al. J Frailty Aging 2016. doi:10.14283/jfa.2016.77