Sentido de Vida e Identidad

Vocación, dignidad y servicio público: 
reconstruyendo el sentido colectivo
Dr. Juan Bosco Ruíz Padilla
Catedratico de la Escuela del Éxito SNTSA37
16 septiembre 2025

«La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos.»
—Aristóteles (350 a. C./2009)

Introducción  

La palabra vocación ha sido muchas veces maltratada. Se le ha reducido a un cliché, a una fórmula para justificar sobrecarga o falta de reconocimiento: “tú lo haces por vocación”, se dice, como si eso bastara. Pero detrás de cada médico exhausto, de cada enfermera con turno doble, de cada trabajador de salud que no se rinde, hay algo más profundo: la dignidad de servir a otros desde una elección ética y humana.

En esta entrada del Blog SNTSA37, queremos recuperar la vocación como algo más que un impulso individual. Queremos entenderla como parte de un sentido colectivo que dignifica no solo al que cuida, sino también a la comunidad que lo sostiene. La vocación, bien entendida, no es servilismo, ni abnegación sin límites. Es decisión libre, conciencia clara y compromiso profundo con el bien común.

En tiempos donde el servicio público se ve debilitado por la burocracia, el agotamiento o la indiferencia institucional, reconstruir el sentido colectivo de nuestra labor no es un lujo: es una necesidad. Esta reflexión es una invitación a mirar nuestra vocación no como carga, sino como camino hacia una vida con sentido y hacia una salud pública más humana.

Desarrollo  

1. La vocación no es un sacrificio: es una afirmación de sentido

Durante años se ha romantizado la vocación del trabajador de salud como un sacrificio. Se nos enseña que hay que “darlo todo”, que hay que “aguantar”, que la entrega no necesita condiciones. Sin embargo, eso es una lectura incompleta y peligrosa. La verdadera vocación no es martirio, sino resistencia éticapresencia lúcida en medio de realidades duras.

Viktor Frankl (2004) nos enseñó que el ser humano no solo busca placer o poder, sino sentido. La vocación, en ese marco, es aquello que me vincula a una causa más grande que yo: el cuidado de la vida, la salud de los otros, la restauración de la dignidad en el sufrimiento. Esa conciencia es la que transforma un turno agotador en una experiencia con valor.

Pero la vocación no puede sostenerse en el vacío. Requiere reconocimiento social, condiciones laborales justas y una cultura institucional que no asfixie al que sirve. Aquí es donde entra la responsabilidad del sistema de salud, de los líderes, de los sindicatos, y de la sociedad misma.

2. La dignidad como eje ético del trabajo sanitario

Dignidad no es algo que se da desde arriba. Es algo que se vive desde dentro y se exige hacia fuera. En salud, la dignidad del trabajador implica varias dimensiones:

  • Dignidad profesional, que reconoce el saber y la experiencia acumulada.
  • Dignidad laboral, que exige espacios, tiempos, salarios y derechos adecuados.
  • Dignidad ética, que permite actuar según principios y no solo cumplir órdenes.
  • Dignidad humana, que no se pierde, incluso cuando el sistema nos trata como números.

Daniel Goleman (1995) plantea que una inteligencia emocional bien desarrollada permite resistir el desgaste y mantener relaciones laborales sanas. Pero esa inteligencia emocional no puede ser exigida sin condiciones: requiere también entornos de trabajo justos, participativos y humanos.

La dignidad también es colectiva. Cuando un compañero es maltratado, sufre toda la red. Cuando una trabajadora es invisibilizada, se debilita la ética del equipo. Por eso, la reconstrucción del sentido colectivo no es una idea romántica, sino una tarea urgente.


3. El servicio público como bien común

En un mundo marcado por el individualismo y el mercado, el servicio público corre el riesgo de ser visto como burocracia ineficaz o como carga presupuestal. Pero el servicio público, bien entendido, es el corazón de la justicia social, y en salud, es literalmente una cuestión de vida o muerte.

Albert Bandura (1997) hablaba de la autoeficacia colectiva: la capacidad de un grupo para creer en su poder de transformación. Cuando los trabajadores de salud se reconocen como parte de un proyecto común, cuando sienten que su labor tiene impacto y sentido, esa autoeficacia se convierte en motor de cambio.

Volver a creer en el servicio público implica reconectar con nuestra vocación, pero también transformar las condiciones que impiden vivirla con plenitud. Y allí, los sindicatos como el SNTSA37 tienen una función insustituible: proteger, formar, dignificar, representar y también inspirar.

Ejercicio práctico

“Mi declaración de vocación”

Te invito a escribir una breve declaración personal (de unas 5 a 7 líneas), como si fuera una carta a ti mismo/a, que empiece así:

“Yo sirvo en salud porque…”

Piensa en los momentos que te han hecho sentir orgullo, dolor, sentido, frustración o gratitud. No escribas lo que “deberías decir”, sino lo que de verdad te ha sostenido.

Guarda esa declaración. Regrésala a tus ojos cuando sientas que estás a punto de rendirte. Puede ser tu ancla, tu brújula, tu refugio ético.

Conclusión  

Servir a otros no es un acto heroico. Es un acto profundamente humano. Pero cuando ese servicio se da de manera sistemática, sostenida, profesional y pública, se convierte en uno de los pilares más valiosos de una sociedad. La vocación no es una carga, es una elección ética que, bien cuidada, puede transformarnos y transformar a los demás.

En el contexto actual, donde el reconocimiento suele llegar tarde y las exigencias nunca terminan, reconstruir el sentido colectivo de la vocación sanitaria es una tarea esencial para sostener la esperanza. Nadie puede solo. Nadie debe cargar con todo. Por eso, pensar juntos estos temas, compartir reflexiones, construir espacios como este blog, no es un lujo: es una forma de cuidado mutuo.

Si el servicio público va a sobrevivir a la crisis del individualismo, será porque quienes lo sostienen día a día, como tú, recuperan el orgullo, la dignidad y el sentido de su vocación. Que este texto sea un primer paso para mirarte con nuevos ojos: los de la comprensión, la fortaleza y la conciencia.

Porque mereces tu dignidad. Porque tu vocación es valiosa. Porque servir también puede ser un camino hacia la plenitud, si lo hacemos con otros y para otros.

Bibliografía  

Aristóteles. (2009). Ética a Nicómaco (J. L. Calvo Martínez, Trad.). Alianza Editorial. (Obra original escrita ca. 350 a. C.)

Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. W.H. Freeman.

Frankl, V. E. (2004). El hombre en busca de sentido. Herder. Goleman, D. (1995). Emotional intelligence: Why it can matter more than IQ. Bantam Books.