Escuela del Éxito

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La vida familiar en nuestros días: raíces sociales y psicológicas del porque la delincuencia surge y la pérdida del asombro
M.A.I.S. Dr. José Miguel Lòpez Zepeda
Escuela del Éxito SNTSA 37
13 octubre 2025

Es buen momento para reflexionar acerca del hoy en día, no hace mucho tiempo que las costumbres, las relaciones sociales eran de un formato completamente distinto a lo que hoy en día está surgiendo dentro de los círculos sociales, En la actualidad, la estructura familiar atraviesa una transformación profunda. Las dinámicas tradicionales, basadas en la convivencia cercana, los valores compartidos y la comunicación constante, han sido reemplazadas por un ritmo de vida acelerado, el uso excesivo de la tecnología y una creciente desconexión emocional. Estas condiciones no solo han modificado la esencia de la vida familiar, sino que también se asocian con fenómenos preocupantes como el aumento de la delincuencia, la desintegración social y la pérdida del asombro frente a la vida.

1. Cambios en la estructura y dinámica familiar

Las familias modernas enfrentan presiones económicas, laborales y sociales que alteran su funcionamiento. En muchos hogares, ambos padres trabajan largas jornadas, lo que limita el tiempo de convivencia y el acompañamiento emocional hacia los hijos. Además, la tecnología y las redes sociales han sustituido parte del contacto humano directo por interacciones digitales superficiales, reduciendo la empatía y la comunicación genuina.

La falta de presencia parental y de orientación emocional durante la infancia favorece la formación de vacíos afectivos, dificultades en la autorregulación emocional y una débil construcción del sentido de pertenencia. Estas condiciones, cuando se combinan con entornos sociales violentos o carentes de oportunidades, pueden convertirse en factores de riesgo para conductas antisociales o delictivas.

2. Causas probables del aumento de la delincuencia

El incremento de la delincuencia no puede atribuirse a una sola causa, sino a una compleja red de factores interrelacionados: Desintegración familiar: la ausencia de modelos positivos en el hogar o la violencia intrafamiliar fomentan la desconfianza y la agresividad. Desigualdad social y económica: la falta de acceso a educación, salud y empleo digno genera frustración, resentimiento y búsqueda de salidas ilegales. Crisis de valores éticos: la pérdida del sentido de responsabilidad y solidaridad se ve reforzada por la cultura del consumo inmediato y el éxito fácil. Influencia de medios y redes sociales: la exposición constante a modelos de violencia, poder y ostentación distorsiona los ideales juveniles y normaliza conductas destructivas. La delincuencia moderna, en muchos casos, se configura como una respuesta emocional al abandono, al vacío afectivo y a la necesidad de reconocimiento.

3. Factores psicológicos implicados

Desde la psicología, se han identificado diversos factores que influyen en la conducta delictiva: Trastornos de vinculación temprana: cuando un niño no desarrolla vínculos seguros con sus cuidadores, tiende a presentar dificultades en la empatía y en el manejo de impulsos.

Déficit en el autocontrol y en la tolerancia a la frustración: la inmediatez promovida por la sociedad actual dificulta la paciencia y la reflexión antes del acto. Influencia del entorno emocional: crecer en contextos de violencia o negligencia puede llevar a reproducir esos mismos patrones en la vida adulta. Búsqueda de identidad y pertenencia: muchos jóvenes encuentran en grupos delictivos un sentido de familia o de reconocimiento que no obtienen en sus hogares.

4. La pérdida del asombro

Uno de los rasgos más alarmantes de la sociedad contemporánea es la pérdida del asombro: la capacidad de maravillarse ante la naturaleza, el arte, la ciencia o las relaciones humanas. Vivimos saturados de estímulos, información y entretenimiento inmediato, lo que reduce nuestra sensibilidad ante lo trascendente.

El asombro es la base de la curiosidad, la empatía y la creatividad. Cuando se pierde, la vida se vuelve mecánica y carente de propósito. Esta insensibilidad favorece la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno y debilita los lazos humanos.

5. Hacia una reconstrucción del tejido familiar y social

Recuperar la salud de la vida familiar implica más que normas o castigos: requiere educación emocional, tiempo de calidad y ejemplo moral. Las políticas públicas deben apoyar a las familias mediante programas de orientación parental, espacios de convivencia y promoción de valores humanos. En el ámbito individual, es esencial revalorizar el diálogo, la empatía y la gratitud cotidiana. Solo así se podrá reconstruir el sentido de comunidad y despertar nuevamente la capacidad de asombro que da significado a la existencia.

En realidad, no podría yo hacer un análisis real de cómo será el futuro de todo esto, pero si aseguro que diferente si es. Espero que las relaciones sociales se vean con el tiempo no con datos de violencia y delincuencia aumentada, espero que las generaciones actuales tengan a bien tener un sentido común diferente que con toda esta exacerbación generen calma y modificaciones.