ECOSNTSA 37

Sostenibilidad una visión del SNTSA 37
Dr. Timoteo Medina Rodríguez
Coordinador de sustentabilidad en medio ambiente
20 enero 2025

El calentamiento global, una de las manifestaciones más claras del cambio climático, se refiere al aumento sostenido de la temperatura promedio de la Tierra. Este fenómeno ha generado un incremento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como sequías, tormentas, olas de calor e inundaciones. A nivel mundial, el año 2020 fue uno de los más calurosos registrados, una tendencia que sigue aumentando a medida que las emisiones de carbono no se reducen significativamente (NOAA, 2021). Los efectos del calentamiento global son evidentes: el deshielo de los glaciares y el aumento del nivel del mar ponen en riesgo a millones de personas que viven en áreas costeras, mientras que la acidificación de los océanos amenaza la vida marina y las economías dependientes de estos ecosistemas.

Siendo una de las mayores amenazas en la salud pública, afectando la salud de manera tanto directas como indirectas, los eventos climáticos extremos como son los huracanes, inundaciones atípicas, tormentas se encuentran dentro de los principales desastres naturales del año 2024. Entre los principales se encuentran:  Incendios forestales en Chile. Incendios forestales en Colombia. Inundaciones de Afganistán-Pakistán. Inundaciones de Río Grande del Sur. Inundaciones del golfo Pérsico. Inundaciones en Asia Central.

En México el año 2023 se registran temperaturas de calor nunca registradas (González, 2024) el mayor impacto climático se vivió en el Estado de Guerrero con el huracán OTIS con velocidades de vientos que aumentaron en menos de 24 horas a 80 km/ h con una trayectoria de velocidad mayor de 265 km/h en la ciudad de Acapulco, Guerrero esto se originó por las altas temperaturas del océano creando, tomando una fuerza descomunal la cual solo duro 5 horas y devasto el 87% de la costera. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) manifiesta que 273 844 hogares fueron devastados por Otis (Unicef, 2024).

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México señala que dicho padecimiento en el año 2023 es la séptima causa de muerte cobrando 16, 386 casos (INEGI, 2023) en el Estado de Guanajuato ocupa el quinto lugar en mujeres en el mismo periodo con 278 casos (INEGI, 2023). 

En Guanajuato se presentaron el primer semestre del año 2024 eventos meteorológicos atípicos como son: nevadas, granizadas, heladas, lluvias torrenciales, inundaciones, temperaturas extremas, tormentas eléctricas, así como altas velocidades de viento (Guanajuato Secretaria de Seguridad Pública, 2024).

El cambio climático ha sido una preocupación global desde la segunda mitad del siglo XX. Diversos estudios científicos demostraron que el incremento de las emisiones de GEI estaba relacionado con la actividad humana. En respuesta, se estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 1992, un tratado internacional que tiene como objetivo estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a niveles que eviten interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático (ONU, 1992).

En 1997, se firmó el Protocolo de Kioto, que comprometió a los países industrializados a reducir sus emisiones de GEI. Aunque este acuerdo fue un primer paso, no logró el impacto esperado, ya que varios países, incluidos Estados Unidos, no ratificaron el protocolo o incumplieron sus metas. Sin embargo, el Acuerdo de París, firmado en 2015, estableció un nuevo marco de acción climática global, en el que los países se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2°C respecto a los niveles preindustriales, con esfuerzos para no superar los 1.5°C (ONU, 2015).

El Acuerdo de París también introdujo el concepto de contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), donde cada país establece sus propias metas de reducción de emisiones. México, por ejemplo, se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 22% para 2030, y un 51% de contaminantes de carbono negro (INECC, 2020). No obstante, estos compromisos requieren inversiones significativas en tecnologías limpias, energías renovables y políticas de adaptación al cambio climático.

Los efectos del cambio climático no solo se manifiestan en el medio ambiente, sino que también tienen consecuencias directas en la salud, la economía y la sociedad. El aumento de la contaminación del aire, especialmente en grandes ciudades, ha contribuido a un aumento en las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 7 millones de personas mueren anualmente debido a la exposición a la contaminación del aire, agravada por las emisiones de carbono (OMS, 2021). Además, el cambio climático ha propiciado la expansión de enfermedades infecciosas como el dengue y el zika, que ahora se extienden a regiones donde antes no existían.

En términos económicos, el cambio climático representa un desafío para diversos sectores. La agricultura, por ejemplo, es una de las áreas más afectadas, ya que los cambios en los patrones de precipitación y temperatura alteran los ciclos de cultivo, afectando la producción y la seguridad alimentaria (FAO, 2019). En México, la producción agrícola es particularmente vulnerable, con efectos negativos en cultivos básicos como el maíz y el frijol. Esto también tiene un impacto directo en las comunidades rurales, muchas de las cuales dependen de la agricultura para su subsistencia.

La infraestructura también se ve amenazada por el cambio climático. Las inundaciones, tormentas y olas de calor cada vez más intensas provocan daños en edificios, carreteras y sistemas de transporte, aumentando los costos de reparación y mantenimiento. Estos impactos afectan de manera desproporcionada a las comunidades más pobres, que son menos capaces de adaptarse o mitigar los efectos del cambio climático.

México es uno de los países más vulnerables al cambio climático debido a su diversidad geográfica y su dependencia de los recursos naturales. Las áreas costeras son particularmente susceptibles al aumento del nivel del mar y las tormentas tropicales. En zonas del centro del país, como Guanajuato, el cambio climático afecta principalmente la disponibilidad de agua y la calidad del aire debido a la contaminación generada por la actividad industrial y el uso de combustibles fósiles.

En Guanajuato, la huella de carbono está vinculada principalmente a la industria automotriz y manufacturera, dos sectores clave en la economía estatal. Para hacer frente a estos desafíos, el estado ha comenzado a implementar políticas de sostenibilidad y energías renovables, aunque aún queda mucho por hacer. La transición hacia un modelo económico más sostenible es crucial no solo para reducir la huella de carbono, sino también para proteger la salud pública y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

La huella de carbono y el cambio climático son desafíos globales que requieren una acción concertada a nivel local, nacional e internacional. Los acuerdos como el Acuerdo de París representan un paso en la dirección correcta, pero es fundamental que se implementen políticas efectivas que mitiguen los efectos del cambio climático en la salud, la economía y la sociedad. En México y Guanajuato, la reducción de emisiones y la adaptación a los cambios ya en marcha son esenciales para asegurar un futuro sostenible.

La huella de carbono es una métrica que mide la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por las actividades humanas, y su relación con el cambio climático es innegable. Los hospitales, como instituciones altamente demandantes de energía y recursos, contribuyen de manera significativa a esta problemática. La operación diaria de los hospitales incluye el uso de electricidad, calefacción, sistemas de refrigeración, equipos médicos y transporte, lo que aumenta su huella de carbono. Además, la gestión de residuos médicos y la utilización de productos desechables son factores que agravan el impacto ambiental del sector salud. Se estima que los hospitales y el sector salud en general son responsables de entre el 4% y el 10% de las emisiones de GEI en muchos países desarrollados (Health Care Without Harm, 2020). Diversos estudios han puesto de manifiesto el significativo impacto ambiental del sector salud, especialmente en lo que respecta a las emisiones de gases de efecto invernadero. Investigaciones realizadas en Perú, Argentina y otros países han cuantificado la huella de carbono de hospitales, identificando al consumo de energía, la gestión de residuos y el uso de anestésicos como los principales contribuyentes a estas emisiones.